Lady Diana Spencer sintió que estaba enamorada. Y que estaba dispuesta a jugársela todo por amor.
Medios internacionales revelaron cómo fueron los últimos minutos de la princesa ese 31 de agosto de 1997, el día de su muerte.
Se suben al Mercedes Benz S280 placa 688LTV75. Al volante, Henri Paul. Atrás los novios Diana y Dodi-Al Fayed y Trevor Rees-Jones. Y siguiéndolos, los paparazzi ávidos de fotos.
Comienza una carrera loca por las calles de París. Casi 150 kilómetros por hora. Avenida Cambon, Plaza de la Concordia, avenidas Course la Reine y Albert I, túnel debajo de la Plaza del Alma.
Veintitrés minutos después de medianoche Henri Paul pierde el control, bruscamente pasa al carril izquierdo, y sin bajar la velocidad se estrella contra la columna número 13.
El poderoso Mercedes queda destrozado. Dodi y Paul, mueren casi en el acto: fracturas de columna vertebral. Diana sigue viva y consciente. El destino había jugado sus cartas en la tragedia. Henri Paul, adjunto a la seguridad del Ritz, no debió estar allí: fue porque estaba Dodi, hijo del dueño del hotel, junto a una celebridad como Diana. El hombre era alcohólico y estaba en tratamiento por depresión.
"¡Dios mío! ¿Qué ocurrió?", le dice Diana con la voz en un hilo al bombero Xavier Gourmelon, quien tres minutos después de la tragedia intenta rescatarla de entre los hierros retorcidos.
"Estaba en el piso, en la parte trasera. Se movía muy despacio y pude ver que estaba viva. Noté que tenía una lesión leve en su hombro derecho y, más allá de ello, nada significante. No había sangre en ella en absoluto", recordó el socorrista años después en una entrevista con el diario The Sun.
El bombero toma la mano de la princesa, la tranquiliza y le da oxígeno. Solo uno segundos más tarde nota con desesperación como Lady Diana deja de respirar.
"Estábamos preparados para primeros auxilios y noté que ella estaba sufriendo un ataque cardíaco. Masajeé su corazón y unos pocos segundos después volvió a respirar. Fue un alivio porque, como primeros en responder, quieres salvar vidas. Y eso fue lo que pensé que había hecho".
Esa noche solo sobrevivió al accidente el guardaespaldas Trevor Rees-Jones. En el túnel los socorristas escucharon sus gritos desesperados: "¿Dónde está ella? ¿Dónde está ella?".
Una ambulancia tardía lleva a Lady Diana Spencer al Hospital Pitié-Salpêtrière.
El cirujano MoSef Dahman, de 33 años, corre a la sala de emergencias. Le dicen que una mujer joven está en estado crítico. No sabe que se trata de la princesa Diana. Al entrar, ve a una doctora en un rincón, abrumada. Le avisan quién es la mujer que está en la camilla agonizando.
A Diana le hacen una radiografía. Las imágenes muestran que estaba sufriendo una "hemorragia interna muy grave". La someten a un drenaje torácico.
Son las dos y quince de la madrugada. La situación se agrava. Diana sufre un nuevo paro. Le hacen un masaje cardíaco externo y, aun acostada sobre la camilla de la sala de emergencia, deciden realizarle un procedimiento quirúrgico.
"Hice este procedimiento para permitirle respirar", explicaría el médico al Daily Mail, 20 años después de la muerte de la princesa. "Su corazón no podía funcionar correctamente porque le faltaba sangre", añadió.
Al operarla Dahman descubre que Diana había sufrido un desgarro significativo en su pericardio, la membrana que protege el corazón. La situación se agrava.
El reloj marca las dos y media de la mañana: se necesita un milagro. Levantan de la cama de su casa al profesor Alain Pavie, quizás el mejor cirujano cardíaco de Francia.
Pavie decide que Diana debe ser trasladada a uno de los quirófanos. Sospecha que aún no se ha encontrado la causa principal de su hemorragia interna. En el procedimiento encuentra la herida más grave: un desgarro en la vena pulmonar superior izquierda, en el punto de contacto con el corazón. Pavie sutura la lesión.
El corazón de Diana se detiene, intentan reiniciarlo: "Probamos descargas eléctricas, varias veces y, como había hecho en la sala de emergencias, masaje cardíaco", contó Dahman.
Se le administró adrenalina. Nadie se da por vencido. El equipo continúa con la reanimación durante una hora. No hay respuesta.
Son las cuatro de la madrugada. El corazón de Diana ya no volverá a latir. La princesa muere con los primeros resplandores del alba.
El 31 de agosto de 1997, junto al hombre que amaba, la "reina de los corazones" se mató en un accidente.
Todos aguardan hasta que el príncipe Carlos llega desde el Reino Unido. Esa noche también llega el padre de Dodi, Mohamed Al Fayed. El hombre vuela desde Londres y a las 4.30 de la madrugada entra al hospital. Pide ver el cuerpo de Diana. Lo autorizan. Entra en silencio y pone su mano en la frente de la princesa: "Es el destino. Dios ha querido esto", susurra.