Eran las ocho de la mañana del viernes. A esa hora, ya la temperatura alcanzaba los 36 grados, pero, a pesar de lo temprano y caluroso, ya se podía ver la fila de autos y camiones de carga con destino al interior del país y hacia la ciudad capital en la vía Interamericana, desde el punto de control sanitario en La Pesa de La Chorrera, provincia de Panamá Oeste.
Se trata de un cerco establecido para controlar a los viajeros y así evitar la propagación de la COVID-19. El sábado siguiente, era el último fin de semana de cuarentena total en dicha provincia, que había sido declarado semanas atrás por el Ministerio de Salud (Minsa) para intentar reducir el índice de contagios del mortal virus.
Desde marzo, cuando se instaló este punto de control epidemiológico, los conductores se han tenido que enfrentar a trancones de varias horas, aunque durante las últimas semanas se han producido cambios.
En el cerco, no todos los conductores son sometidos a la toma de temperatura por el personal sanitario, una de las medidas implementadas para detectar posibles casos de COVID-19. La medición de temperatura se le aplicaba solo a las personas que viajaban en transporte colectivo hacia el interior del país y hacia la capital.
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La respuesta a esta decisión la tiene un funcionario del Sistema de Protección Civil (Sinaproc) que se encontraba en el sitio: solo se cuenta con dos termómetros digitales, que además, necesitan ser reemplazados.
Durante la revisión sucede de todo, contaba una unidad de la Policía Nacional, mientras secaba el sudor de su frente y se ajustaba la mascarilla, para continuar con su turno de 12 horas. Narraba cómo deben lidiar con personas que pierden los estribos e incluso intentan dar golpes, mientras pretenden viajar fuera del horario permitido, o trabajadores con salvoconductos no válidos por las empresas donde laboran.
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Sin embargo, también hay otros casos. María (seudónimo), quien labora en el distrito de Chame, tenía un salvoconducto, pero no apareció en el sistema de verificación de la Policía Nacional, así que perdió el autobús donde viajaba y esperó hasta una hora hasta que la empresa donde labora le validó el documento.
Los cálculos de la Policía apuntan a que alrededor de 300 a 400 personas son regresadas a sus puntos de origen al no cumplir con los requisitos establecidos en los decretos para la movilización.
El subcomisionado de la Policía, Javier Sánchez, contaba que las largas filas que se forman en el cerco sanitario en La Pesa de La Chorrera son debido a que están siendo estrictos en acatar las normas de movilización dictadas por el Minsa, especialmente con quienes han pretendido utilizar sus salvoconductos para viajar de paseo hacia el interior del país. Aún así, el cerco ha recibido duras críticas por parte de quienes consideran que es un punto flexible al paso, cuando muchos ciudadanos permanecen en sus hogares acatando la cuarentena.
Precisamente, el uniformado explicaba que solo la persona que posee el salvoconducto puede transitar y este no ampara al resto de los pasajeros de un vehículo.
Los días viernes, previo a la cuarentena absoluta, se han contabilizado hasta 100 mil vehículos movilizándose hacia o desde la ciudad capital. Esta cifra varía entre los 60 mil a 80 mil automóviles diarios los días de semana.
Con los trabajos de construcción de la primera fase del proyecto denominado Corredor de las Playas, el tramo de la vía Interamericana hacia La Pesa, se modificó, además, necesita reparaciones en su calzada, lo cual también obliga a los conductores a reducir la velocidad mientras hacen fila para pasar el cerco.
El tiempo de espera en el tranque de La Pesa, implica ver la aguja del combustible, ir en picada, aseguraban los transportistas, cuya economía está ya minada por las restricciones en el número de pasajeros a transportar.
Las autoridades han intentado resolver el problema habilitando un carril exclusivamente para los autobuses y equipo pesado.
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