Un juzgado de Barcelona condenó a un año de cárcel a un paparazzi por acosar entre agosto de 2022 y mayo de 2023 a Clara Chía, novia del exfutbolista del FC Barcelona Gerard Piqué, a la que seguía de forma insistente para fotografiarla con una actitud “intimidatoria”.
El juzgado de lo penal número 14 de Barcelona condenó al fotoperiodista a seis meses de cárcel por un delito de lesiones y a otros seis más por uno de acoso, así como al pago de una indemnización de más de 13.000 euros y la prohibición de acercarse a la denunciante durante un año y medio.
La sentencia recoge que el fotoperiodista siguió y vigiló a Chía entre agosto de 2022 y mayo del año siguiente “de forma insistente y reiterada” como consecuencia de haber iniciado una relación sentimental con Piqué, puesto que era una persona anónima hasta entonces.
El escrito recoge que la conducta de vigilancia y seguimiento consistió en que casi a diario se presentaba en su domicilio particular y en su lugar de trabajo e incluía persecuciones por el interior del garaje privado.
“De igual modo en persecuciones en vehículo a motor por Barcelona, a gran velocidad, en los viajes que como pareja hacían, en las visitas a los padres de su pareja, a restaurantes, a eventos de empresa”, añade el juez.
“Aluvión de actos de vigilancia y persecución”
Además, indica que el fotoperiodista “no se limitaba a esperar a cierta distancia para sacar una foto, bien a ella, o bien a los dos integrantes de la pareja, sino que buscaba la proximidad física, provocaba una reacción de adverso que pudiera justificar la venta de un contenido a un medio de comunicación”.
El juez considera que “el aluvión de actos de vigilancia, persecución, referencias en las redes sociales, y demás descritos, solamente puede ser calificado como de actitud intimidatoria, generando el consiguiente amedrentamiento y desasosiego en la destinataria de tales actos”.
En la sentencia, señala que “la gravedad de la conducta” llevada a cabo por el procesado es “incuestionable”, por “los efectos indeseables que sobre la vida de la perjudicada”, quien “solamente retomó un tiempo la tranquilidad por la existencia del cese forzado de la conducta”.